Desde hace unas horas, en los lugares donde hace presencia Leonel Fernández, los vientos han comenzado a soplar al ritmo de voces que le gritan “Ladrón Ladrón”.
Las reacciones sociales son siempre de difícil previsión. No es de ahora que la gente sabe que Leonel Fernández es un reo de la justicia, y que si hoy no está tras las rejas, cumpliendo condena por los graves actos de corrupción de su gobierno y por enriquecimiento ilícito, es por la irresponsabilidad del Procurador General de la Republica y de la Procuradora Fiscal del Distrito Nacional y por la impunidad que le garantiza el gobierno que preside Danilo Medina. Desde hace mucho tiempo la ciudadanía le ha visto, con el mayor descaro, hacer vida pública desde FUNGLODE, un cuerpo del delito que utilizó como pantalla para operaciones de lavado de dinero sucio proveniente de la corrupción.
Y cuando nadie lo esperaba, el anuncio de la presencia de Leonel Fernández junto a Félix Bautista, Víctor Díaz Rua, Luis Manuel Bonetti, Salvador – Chío – Jiménez y otros connotados corruptos de su gobierno, en un restaurante de South Beach, fue suficiente para desencadenar la ira de mucha gente que se citaron frente al lugar, provistas de cartelones. Hay que pensar que el encuentro de South Beach se produce en el preciso momento en que se destapa en el país el escándalo de tráfico de influencias, sobrevaluación, soborno y pago de comisiones de la compra de los aviones Tucanos en que Leonel Fernández participó junto a jefes militares y senadores. Por un momento tenemos que imaginar cómo tienen que sentirse miles de dominicanos cada vez que anuncian la presencia de este hombre en el lugar donde viven en condiciones de verdaderos exilados económicos, producto de las políticas y la corrupción que propicio en su gobierno. .
A la gente le indigna el descaro de Leonel Fernández de andar pavoneándose por el mundo, junto a su sequito de corruptos, como si nada hubiera pasado en los 12 años en que gobernó. Le indigna la indiferencia y el silencio del gobierno frente a quienes desfalcaron el patrimonio público. Le indigna la complicidad e inacción de las autoridades que tienen la obligación de investigar y de perseguir la sanción de los corruptos. Le indigna tanta impunidad.
Las manifestaciones de repudio público que recibe Leonel Fernández son expresión del grado de indignación e impotencia de una sociedad que se siente engañada, burlada e indefensa frente a quien deshonró la primera magistratura del Estado
En la prensa y revistas se habla técnicamente de actos de corrupción, pero el pueblo, que no le gustan los eufemismos y sortilegios del lenguaje, desde la calle le vocea directamente “Ladrón, Ladrón”.
Esta expresión surgida del pueblo mismo le perseguirá como una maldición a donde quiera que vaya, y su nombre estará manchado y ningún padre, por vergüenza, durante muchas décadas, querrá llamar con su nombre a ningún hijo suyo.